
Hace unas semanas escribía sobre la problemática de nuestro futuro para mantener nuestro nivel de vida deseado. Ante el desmoronamiento del Estado de Bienestar y la indiferencia de los políticos es hora de buscar una solución a este infravalorado problema.
Existe una grandísima diferencia entre afrontar el problema de la jubilación con tiempo y el hacerlo a última hora. Con 25 años, un joven puede resolver este problema invirtiendo un 5% de su sueldo de forma sistemática, con 55 años estamos hablando del 20%. El sacrificio económico es 4 veces mayor.

Existen varias herramientas básicas para mantener la calidad de vida el día de mañana:
Planes de pensiones: El ganador, el archiconocido, el clásico. Hay muchos detractores de los planes de pensiones por el hachazo fiscal que supone cuando se rescata. Si hay algo que Hacienda tiene claro es que el ser humano es cortoplacista por naturaleza. Muchas personas han invertido en sus planes de pensiones por dos motivos, porque les desgravaba hoy y porque les daban una cafetera. Pero pocos son conscientes del sablazo fiscal que les espera en el momento del rescate, ya que en el momento del rescate se tributa por la vía más confiscatoria: rendimientos del trabajo. Antes no se tenían en cuenta factores importantes sobre los PDP porque el Estado proveía el 80% del último salario en forma de pensión, en el futuro será del 50-60%. Antes no importaba si las aportaciones al PDP iban a capitalizar de una manera rentable. A parte hay que tener en cuenta la iliquidez intrínseca del producto, ya que es difícil rescatar el dinero aportado al plan de pensiones a menos que se den las contingencias oportunas, como estar en situación de desempleo por un tiempo o sufrir una invalidez. Aún así, esta herramienta ha ayudado a mucha gente a generar un ahorro que de otra forma se habría gastado. A día de hoy sólo me parece un producto apropiado para personas con rentas altas, del orden de más de 60.000€/año, donde el ahorro fiscal ya empieza a ser considerable. Además, con la devolución de hacienda se puede establecer una estrategia paralela para invertir por otras herramientas que tributen por rentas del capital mobiliario, con lo cual la optimización fiscal es doble.
Productos aseguradores: El PIAS (Plan Individual de Ahorro Sistemático) se puede usar como complemento para la pensión pública. Es un vehículo con máxima liquidez mediante el cual se pueden invertir en una cartera muy diversificada de fondos de inversión. A los 70 años, si se quiere constituir una renta vitalicia, sólo se tributa al 8% (frente al máximo del 46% de los PDP). Hay unos límites de aportación de 8000€ anuales y de 240.000€ en las aportaciones de toda la vida del producto. Se pueden hacer aportaciones periódicas, extraordinarias, o paralizarlas, incluso rescates totales o parciales. Es una herramienta extremadamente flexible, muy indicada para personas con gran horizonte temporal por delante (15-40 años) y con preocupación por disponer de ese dinero si ocurriera cualquier cosa en el futuro.
Hay que intentar quitarse de la cabeza ya la palabra «Garantizado», garantizado no hay nada. Hoy en día el producto supuestamente «garantizado» (depósitos y fondos garantizados etc) está muy penalizado, con rentabilidades muy mediocres, insuficientes para cubrirse de la inflación, y sin expectativas de aumentar en el futuro dadas las políticas monetarias que se están dando en Europa.
Existen infinitas formas de llenar la mochila para no depender de nuestros hijos del día de mañana, como siempre, es importante delegar el tema en alguien o informarse lo máximo posible. Hoy, y cada vez más, resulta fundamental tomar la sartén por el mango y no delegar en el Estado una función tan importante como es asegurar un descanso digno cuando dejemos de trabajar.