Uno de los graves problemas que sufrimos hoy en día es nuestra exposición a estímulos que nos llevan a consumir impulsivamente. Cuando una persona recibe una cierta cantidad de dinero, llamémosle nómina, tiene que decidir entre guardarlo, gastarlo o capitalizarlo. No te preocupes si no has oído hablar mucho del último concepto en la escuela ni universidad, los que controlan la educación no tienen especial interés en promover una sociedad basada en el capitalismo, sí en el consumismo, que es justo lo opuesto.

Pero antes de seguir deberíamos empezar por definir el ahorro. El ahorro no es más que dejar de gastar ahora para gastarlo en el futuro o dejarlo en herencia a nuestros descendientes. Pero ojo porque el ahorro no canalizado puede ser contraproducente. Me estoy refiriendo a la primera opción, simplemente guardar dinero. Sin dejar de ser un buen hábito seremos víctimas del impuesto silencioso, la inflación, que acaba mermando el poder adquisitivo. Con lo cual ¿qué sentido tiene ahorrar si vamos a privarnos de algo ahora para comprar mucho menos de ese algo en el futuro? Si hablamos con nuestros padres y abuelos nos podrán corroborar el siguiente fenómeno:

La inflación es el aumento generalizado de los precios. Hay diversos motivos por los que los precios pueden aumentar. Si hay muchas personas demandando un determinado bien éste se encarece porque empieza a ser escaso y la gente está dispuesta a pagar más por él, o si la materia prima para construir un determinado producto aumenta de precio es normal que el producto final también aumente de precio ya que los empresarios quieren mantener su margen de beneficio igualmente y para ello acaban repercutiendo ese incremento en el precio final del producto.

Año 1975, Raúl Monguida acaba de recibir la paga extra de verano y como buen afectado del síndrome de Parkinson ya está mirando un viaje alrededor del mundo para gastárselo. El presupuesto que le ha hecho la agencia de viaje es de 71.200 pesetas, unos 428€ al cambio. En este momento Raul toma un fin de semana para reflexionar sobre si irse de vacaciones o guardar ese suculento bonus. Finalmente decide invitar a su mujer y pasan una magnífica experiencia juntos.

Analicemos las otras opciones que tenía.

Si hubiera decidido guardarlo hoy tendría 428€ y seguramente estaría pensando «debí haberme ido de viaje con este dinero cuando me lo planteé, ahora cuesta muchísimo más».

Veamos que hubiera pasado si hubiera decidido invertirlo de forma diversificada en las principales economías occidentales del mundo. El MSCI (Morgan Stanley Composite Index) mide la cotización de las empresas más grandes y representativas en los sectores de la tecnología, energía, medicina etc en zonas geográficas como América del Norte, Europa o Japón.

Como se observa, el rendimiento anual compuesto de la economía global en renta variable ha sido del 9,5%. Esto quiere decir que si Raul hubiera decidido canalizar sus 428€ de ahorro capitalizándolo correctamente hoy tendría 16.143€.

En conclusión, puestos a privarse de consumir ahora para hacerlo más tarde, lo más inteligente es siempre canalizarlo de forma que genere un beneficio superior en el futuro, batiendo así la inflación y los impuestos.

Me encuentro a menudo con muchas personas adultas, que han trabajado durante casi toda su vida. Y han sido auténticas hormigas, pero ahorrando en instrumentos inadecuados como depósitos a plazo fijo o una simple cuenta corriente. Muchas veces me dicen «el dinero cuesta mucho esfuerzo de ganar», y es cierto, pero ¿tendrían la misma sensación si hubieran invertido su dinero usando el poder del interés compuesto? Muy posiblemente no. De hecho Warren Buffet ha aprovechado el interés compuesto para lograr posicionarse entre una de las grandes fortunas del siglo XX.

Me gustaría concluir con este interesante gráfico donde se puede comprar la variación que ha tenido 1 USD invertido en Renta Variable y Renta Fija comparado con la inflación entre 1926 y 2012. La imagen habla por sí sola.

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