Vivimos en un mundo complejo, caótico e imprevisible.

Especialmente en lo que se refiere al mundo de las finanzas: 20 millones españoles somos analfabetos financieros y sólo 1 de cada 4 confiamos en nuestro banco. Esto es contradictorio con nuestro deseo natural de tener una vida plena porque si más prosperidad económica implica más felicidad (estudio de Harvard Business School) deberíamos cuidar mejor nuestra salud financiera. Pero los datos desprenden lo contrario.

La semana pasada se publicó una noticia que considero importante aterrizar porque nos afecta directamente.

El Banco Central Europeo rebajó, de nuevo, el precio del dinero situando un tipo de interés del -0,5%. También anunció la reactivación de un programa de compra de activos por valor de 20.000 millones de euros mensuales.

Esta información aislada no nos aporta ningún valor, por eso voy a tratar de traducir y hacer entendibles las implicaciones que esto tiene para el ciudadano medio.

En este nuevo modelo económico hay que romper con viejos paradigmas que ahora veremos. Pues los tipos de interés han estado, están y estarán por los suelos indefinidamente.

Ahora bien ¿qué impacto tienen estas medidas del Banco Central Europeo en nuestra economía personal y familiar?

Lo resumo en 3 puntos:

1. Compensa endeudarse frente a descapitalizarse.

La financiación va a continuar siendo barata, especialmente en las hipotecas a tipo variable referenciadas al Euribor.

Hay un caso muy habitual en el que una familia planea comprarse una vivienda y debe decidir qué porcentaje financiar. La ansiedad provocada por tener una deuda, una carga, empuja a muchas personas a tomar la decisión de financiar menos importe del máximo que tienen concedido. Por ejemplo, aunque el banco les conceda un 80% sólo piden el 60%.

A priori parece lo más sensato ya que «si se tiene el dinero ¿para qué quiero pedirlo prestado?». Sin embargo, esa decisión es intuitiva, no racional.

En este nuevo entorno existe una mejor asignación de capital cuando se pide el máximo dinero posible al banco y simultáneamente se invierte el capital ahorrado sobrante. Esto es así porque ahora, y en el futuro próximo, los retornos generados en inversiones correctamente gestionadas (1-6%) son de media mayores que los tipos de interés pagados por los préstamos hipotecarios (1-2%).

2. Los bancos van a continuar sufriendo.

El margen de beneficios del sector bancario no ha dejado de bajar desde que la crisis del 2008 provocara el inicio de la bajada de tipos de interés.

No olvidemos que el negocio tradicional de un banco comercial se basa en la intermediación de dinero. Es decir, se capta ahorro de clientes en cuentas corrientes y se presta a las familias y empresas que lo necesitan para consumir o invertir. Si los tipos se mantienen bajos el margen producido en este tipo de operaciones se reduce.

Esta presión sobre los márgenes ya se viene reflejando en la cotización de los grandes bancos desde hace unos años. Sólo los bancos cuyo negocio no es tan dependiente de esta actividad de intermediación son los que han crecido, y lo seguirán haciendo en el futuro. Es el caso de Banco Mediolanum, que se ha más que duplicado.

3. Los inversores conservadores continuarán perdiendo.

El aumento continuo de los precios (vivienda, alimentación, suministros…) seguirá erosionando el valor del ahorro en cuentas corrientes y depósitos. Es decir, las cuentas corrientes seguirán sin generar ingresos a los ahorradores conservadores, probablemente los bancos acaben cobrando por guardar nuestro dinero. Esto es muy problemático porque, ante la falta de un asesoramiento comprensible y pedagógico, las familias tienen la mayor parte de su patrimonio (48,1%) en cuentas y depósitos perdiendo valor.

Las inversiones en fondos y planes de pensiones en renta fija o bonos, tipología tradicionalmente considerada conservadora, proporcionarán retornos más moderados que en el pasado. Esto es así porque su evolución es inversa al movimiento de los tipos de interés, y ahora ya no hay margen para continuar bajando mucho más los tipos. La única vía posible es la estancación indefinida de tipos o una subida con la consiguiente pérdida de valoración de estos vehículos. Lo fondos más afectados serán los que contengan más deuda soberana con vencimientos largos. Puedo asegurar por experiencia que prácticamente ninguno de los 2 millones de personas con esta clase de productos conoce la composición interna de sus fondos y planes de pensiones.

Esto no significa que las familias no deban tener una parte de su patrimonio invertido en renta fija y en cuentas corrientes. Es necesario y positivo. Pero más necesario es que los asesores financieros encontremos la forma de generar retornos razonables a este segmento de clientes conservadores.

Por este motivo uso tarifas que remuneran desde el 0,5% al 1% el dinero en cuenta corriente y a su vez lo complemento con inversiones en renta fija menos sensibles a la evolución de los tipos de interés, por ejemplo carteras con sesgo hacia el crédito y con vencimientos cortos.

En este entorno de incultura financiera generalizada y banqueros con gran presión comercial por colocar los productos que hagan engordar la cuenta de resultados del banco es muy probable que nuestro dinero no esté siendo gestionado para cumplir nuestros objetivos. ¿Cada cuánto hacemos esta reflexión?

Animo a escuchar, abrir la mente, valorar y decidir. La «no toma de decisiones» y el inmovilismo natural del ser humano nos impedirá tener en una situación más próspera en el futuro.

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